Los monasterios de Meteora se encaraman de manera casi increíble en lo alto de los elevados pináculos y cilindros de roca que ocupan los bordes del valle del río Peneo, en Grecia.
¿Cómo podría alguien describir este sorprendente fenómeno geológico, el impresionante paisaje, la inspiración y la espiritualidad que sintió, el asombro por los logros del hombre en un esfuerzo por expresar su impulso religioso, cuando estas son solo algunas de las muchas cosas que experimenta un viajero cuando visita esta tierra fenomenal? !
Donde el macizo del Pindo rompe en la llanura de Tesalia se levantan hacia el cielo enormes rocas de formas inverosímiles. Estas moles de piedra, que en ocasiones se elevan más de quinientos metros sobre el terreno, forman unas veces bloques sólidos y lomos extensos; otras, se disgregan dando lugar a finos pináculos y torres de paredes verticales.
En el siglo XI los anacoretas sintieron la vibración de este paisaje: en los salientes y oquedades de estas gigantescas peñas se entregaron a una vida de silencio, piedad y contemplación. Dos siglos después en las estrechas plataformas que coronan estos pilares de piedra comenzaron a levantarse los primeros monasterios.
Llegaron a erigirse veinticuatro; hoy podemos visitar seis. Meteora significa “en el aire”: al contemplarlos es imposible no preguntarse cómo fue posible construirlos.
Meteora es un espectáculo impresionante ubicado en Tesalia, Grecia. Esta maravilla geológica se encuentra al norte del pintoresco pueblo de Kalabaka (también escrito Kalampaka o Kalambaka), al sur de la aldea de Kastraki y al este de las montañas del Pindo, en el valle del río Pineiós.
Breve historia de Meteora
Estas rocas inmensas y sólidas, divididas por terremotos, resistidas por el agua y el viento durante millones de años, son la auténtica obra maestra de la naturaleza. Surgiendo hace unos 25 millones de años como el material del fondo marino elevado que fue el resultado de fuertes movimientos tectónicos, las rocas de Meteora se convirtieron en un refugio de la humanidad.
Los primeros ermitaños llegaron a esta área para buscar aislamiento espiritual y habitaron las cuevas de las rocas, con la única ayuda de cuerdas y escaleras.
Las necesidades existenciales comunes y la fuerte fe religiosa los obligaron a vivir unidos en las primeras comunidades monásticas, su impulso común de fe los guió hacia la construcción no repetida de monasterios de alto valor arquitectónico y artístico.
Los 24 monasterios de Meteora surgieron en las innumerables cumbres de las rocas desde el siglo XIV hasta el siglo XVI, 6 de ellos restantes para ser explorados y admirados por todos. Estos monasterios se convirtieron en los centros del credo ortodoxo en la era bizantina, produjeron algunas de las mejores piezas de arte y artesanía religiosa y aún poseen una colección de manuscritos preciosos, que hoy se exhibe en sus museos.
Estos son lo más famosos monasterios de Meteora
Los monasterios han sido incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (aquí) y la región de Meteora-Antichassia ha sido oficialmente declarada Zona Ecológica Natura 2000 por el Ministerio de Medio Ambiente griego, para la protección de especies raras de pájaros y flores.
Monasterio de San Nicolás
Partiendo de la cercana ciudad de Kalambaka encontramos la pequeña ermita de Doupiani. Los eremitas descendían hasta aquí los domingos desde sus cuevas para celebrar en común la misa.
Desde Doupiani el camino serpentea ascendiendo entre enormes macizos de arenisca hasta llegar al Monasterio de San Nicolás. Es una estructura regular y austera, casi sin ventanas; sus paredes parecen prolongar las de la piedra.
Sólo unas galerías de madera asomadas sobre la arboleda a sus pies rompen la monotonía de la construcción. Junto a San Nicolás sobre la estrecha cumbre de una punta rocosa se distinguen las ruinas de Agia Moni: un terremoto lo destruyó en 1858.
Monasterio de Roussanou
Siguiendo unos pocos kilómetros por Meteora llegamos al Monasterio de Roussanou. Ocupa en su totalidad la cima de un saliente rocoso desgajado de una estribación más amplia, ciñéndose con decisión a sus bordes.
Se accede a él a través de un puente estrecho y vertiginoso construido en el siglo XIX. El puente permitió abandonar las escalas de madera y el mecanismo de cuerdas, cestas y poleas. En Roussanou el camino se bifurca.
Monasterio de la Santísima Trinidad
Siguiendo el sendero que marcha hacia el sur, encontramos el Monasterio de la Santísima Trinidad. Se levanta en lo alto de una columna de roca muy hermosa, de forma compacta y equilibrada, con múltiples fracturas en su cumbre.
Es el monasterio de Meteora de acceso más complicado: hay que subir los ciento cuarenta peldaños bastos e irregulares de una escalera de caracol excavada en la roca.
Monasterio de San Esteban
El mismo ramal del camino nos conduce a San Esteban. El amplio monasterio se asienta sobre un holgado puño de piedra de paredes verticales, abriéndose a un patio en su centro.
Un pequeño puente salva fácilmente el precipicio que lo separa del cuerpo principal de la montaña. Abajo contemplamos el valle del Peneo: hilos de plata que centellean en una llanura fértil.
Monasterio de Varlaam
Si en la encrucijada optamos por el camino que se dirige al norte de Meteora llegamos, en cambio, al Monasterio de Varlaam. Cuando sus fundadores treparon hasta la cumbre de este farallón sintieron la soledad y el viento; pensaron entonces que “este lugar amplio y airoso era apto para la permanencia y la meditación”.
En las paredes de Varlaam vemos frescos de colores fuertes que representan la Pasión de Jesucristo y la vida de los santos. En la oscuridad densa del templo resplandecen el oro y el minio, las pinturas rojo intenso y azul cobalto, los santos pálidos y estilizados de movimiento leve y nimbo perfecto y dorado. En esta sombra brillante la piedad abandona las convicciones serenas; toma aquí en cambio el carácter de la postración y lo extraño.
Monasterio de Gran Meteoro
Poco más allá está el Monasterio de Gran Meteoro o de la Transfiguración. Es el más grande y antiguo, el más ricamente decorado, el más solemne. Como una ciudadela, ocupa la coronación quebrada de un promontorio enorme y robusto. Fue fundado por Atanasio el Meteorita: “voló a esta gran roca, la más alta de todas, a la cual llamó por ello Meteoro, y encontró sobre la cima un lugar divino, que transformó en paraíso”.
En las cumbres de Meteora podemos hoy sentir la amalgama de luz, viento, tiempo y silencio que impulsó a los eremitas a escalar la roca. También el estremecimiento que, según sus propios testimonios, sintieron ante este paisaje.
La literatura medieval religiosa nos habla a menudo de la vida monástica como búsqueda: “de la Gracia divina”, de “la Iluminación del Corazón”, de “la Transformación de los seres y las cosas”.Algunas veces nos dice que es necesario que hallemos “una escala secreta que lleve a la terraza del cielo”.
En Meteora tenemos la certeza de que un grupo de afortunados la encontraron.
La ciudad de Kalampaka
Kalampaka (también deletreado Kalambaka) es una ciudad de 12 000 ciudadanos y está situada al pie de las rocas Meteora más extraordinarias . Una gran parte de la vida cotidiana de los lugareños se centra en el turismo, de ahí la generosa cantidad de hoteles, restaurantes, tiendas y cafeterías.
Kalampaka a veces se subestima como simplemente compartiendo la gloria de los pináculos de Meteora que se elevan espectacularmente en el fondo cercano. Sin embargo, es una ciudad con una historia muy rica y larga en sí misma.
Una inscripción griega en la pared de una de las iglesias más antiguas de la ciudad (San Juan Bautista) atestigua la existencia de un antiguo asentamiento griego bajo el nombre de Eginio.
Las reliquias de un antiguo templo griego, probablemente del dios Apolo, se han incorporado en la pared de la iglesia más antigua y más famosa del siglo X de la ciudad, dedicada a la Virgen María. Los registros históricos se refieren al nombre bizantino de la ciudad como Stagi, cuando se había convertido en un centro importante del Imperio Bizantino.
Su nombre moderno se origina en las palabras turcas «kale mpak» (prestigioso castillo), derivadas de los días del dominio del Imperio Otomano. Durante la ocupación alemana de Grecia, Kalampaka fue incendiada por el ejército alemán en 1943 y luego reconstruida.
Cómo llegar a Meteora
Meteora es fácilmente accesible tanto en tren como en coche. Si vienes desde Atenas, puedes usar la web de Hellenic Train para buscar todas las opciones de tren o leer más sobre cómo llegar a Meteora en tren.
Alquilamos un coche durante mi estancia en Grecia y pudimos llegar de Meteora a Atenas en aproximadamente cuatro horas. Ten en cuenta que hay muchos peajes en las autopistas de Grecia, así que prepárate para pagar. Afortunadamente, aceptan tarjetas de crédito.
Mejor época para visitar Meteora
Aunque Meteora se puede visitar durante todo el año, los meses de verano suelen estar llenos de turistas. Si buscas una experiencia más tranquila, considera visitarlo fuera de la temporada alta. Yo fui a mediados de mayo y me sorprendió gratamente que no hubiera muchas personas y la temperatura era perfecta, especialmente para hacer senderismo.
Senderismo en Meteora
Si te gusta el aire libre, te recomiendo mucho la excursión de senderismo por Meteora. Fue la combinación perfecta de actividad física e historia que me mantuvo enganchado todo el tiempo.
Nuestra guía, fue encantador, muy informado y también divertido. Nos contó el origen del nombre «orquídea», que (como es natural) proviene del griego. ¡Puedes buscarlo en Google si te da curiosidad!
Pasamos un par de horas subiendo cuesta arriba, parando de vez en cuando para que el guía nos diera información histórica sobre la región (y para que algunos recuperáramos el aliento). Mi parada favorita fue en una zona amplia que ofrecía una vista infinita del campo, los acantilados y un monasterio colgado en uno de ellos.
Cuando llegamos lo suficientemente alto, nos detuvimos en el Gran Monasterio de Meteora, donde tuvimos una hora para visitarlo por dentro. Me sorprendió lo actualizado y bien cuidado que estaba cada rincón del lugar. Después de explorar, llegó el momento de hacer nuestro último tramo, esta vez todo cuesta abajo y un poco más empinado.
En general, esta caminata fue lo mejor de mi tiempo en Meteora, y tengo que agradecer enormemente a nuestro guía por su entusiasmo, conocimiento y amabilidad con todos nosotros.
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En 2016 dejamos nuestra monótona vida y comenzamos a perseguir cascadas, atardeceres y vistas de todo el mundo. En este blog, compartimos historias y consejos de viajes favoritos.
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