Viajar a las Islas Sisargas

Islas Sisargas Costa da Morte

La Costa da Morte cuenta con algunos de los mejores archipiélagos de Galicia, entre los que sobresalen las Islas Sisargas, uno de los secretos mejor guardados de toda la costa gallega. La ausencia de playas –salvo un pequeño arenal al lado del embarcadero- y una climatología menos benévola que en otras latitudes gallegas –especialmente por los fuertes vientos- han llevado a una presencia escasa y esporádica de visitantes y a reducir las posibilidades de acceso.

Archipiélago de las Islas Sisargas

El archipiélago está formado por tres islas, denominadas Sisarga Grande, Sisarga Chica y Malante, y una serie de islotes circundantes, como Chalreu y Xoceiro. Las islas son en su mayoría de naturaleza escarpada, lo que significa que hay numerosos acantilados en Sisarga Grande. Sin embargo, en esta misma isla podemos encontrar un embarcadero y una pequeña playa en el sur.

El primer faro del archipiélago, uno de los más antiguos de la Costa de Morte, se construyó en 1853. Además, se dice que existió una ermita dedicada a Santa Mariña que fue derribada por los ataques normandos.

La riqueza ornitológica de las islas queda patente en las numerosas colonias de aves marinas, como la gaviota sombría, la gaviota tridáctila o la gaviota patiamarilla.

El trayecto desde el puerto hasta las islas dura aproximadamente unos treinta minutos, aunque la fuerza del mar no permite siempre la salida de embarcaciones.

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Ir a las Islas Sisargas

La travesía hacia las Islas Sisargas transmite una cierta atracción por lo desconocido, por llegar a un archipiélago deshabitado desde hace años. El desembarco se realiza en un pequeño embarcadero de la Isla Grande desde el que parte sin solución de continuidad el camino de ascenso a la isla.

En los primeros metros de subida nos encontramos con unos pescadores que regresan a casa con un suculento botín. Los aficionados a la pesca son algunos de los visitantes más frecuentes de la isla, junto con fotógrafos, ornitólogos, biólogos y algunos grupos de turistas.

En otra época, las islas Sisargas eran muy frecuentadas por las gentes del mar de Malpica, pues recibían todos los domingos de verano la visita de muchas familias de pescadores, hasta que esta tradición se fue apagando por una razón tan prosaica como la imposibilidad de obtener cobertura por parte de los seguros para estos viajes con pasajeros.

Qué ver en las Islas Sisargas

El camino de subida hasta el faro es impresionante, fundamentalmente por dos razones. Por un lado, desde esta zona de la isla se tienen unas vistas espectaculares del pueblo marinero de Malpica, el primero de la Costa da Morte si se viaja desde la capital de la provincia. Por otro lado, todo el trayecto se realiza bajo un manto de centenares de aves que acompañan al visitante en todo momento.

Enseguida te viene a la mente la película Los pájaros de Hitchcock, gracias a una cierta sensación de intimidación que produce el estar rodeado del sinfín de aves que habitan estas islas y entre las que encuentran distintas especies como la gaviota, la gaviota oscura, el cormorán moñudo o el vencejo real, e incluso algunas en vías de extinción, como el arao ibérico.

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El camino llega hasta las instalaciones del faro, automatizado desde el año 2002 y controlado desde entonces desde el faro de Punta Nariga, con los restos de un antiguo faro provisional situado a 170 metros del principal. Este faro se construyó en un momento en que se quería comprar una nueva óptica para el faro, pero debido a la suba especulativa de los precios obliga a que este cambio se demore. Este faro tenía torre octogonal y sólo funcionó entre 1912 y 1915 con el antiguo aparato de 4º orden del faro principal.

Destaca sobre todo la sirena de las antiguas instalaciones del faro, que servía de mecanismo adicional de advertencia a los barcos en noches de densa niebla. El tamaño de la isla es tan reducido que se puede recorrer con facilidad, salvo por ciertas zonas de densa vegetación y por los grandes acantilados que sólo pueden divisarse desde lo alto o desde una embarcación.

La mejor forma de concluir la visita es asistiendo a la puesta de sol que, en medio de este ambiente casi apocalíptico, tiene un belleza muy singular.

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